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Mostrando las entradas de septiembre, 2017

La Leyenda de Tanabata

El amor todo lo puede lograr. Y eso lo veremos en este cuento japonés. Se dice qué durante la fiesta de las estrellas, el amor es tan grande qué concede los deseos qué grandes y pequeños cuelgan en ramas de bambú, así empieza la leyenda de Tanabata... Narra la historia de Orijime, una hermosa princesa. Qué se dirige al río todas las noches a recoger las estrellas mas bellas, un día mientras recoge una de las estrellas, se encuentra con Hikoboshi, y ambos se enamoran profundamente, casándose y descuidando sus deberes, con esto ... Para qué conozcan toda la historia, les recomiendo qué vean el final del mismo en el siguiente vídeo: Referencias: YouTube. (2017).  Cuento Japonés | Cuentos del mundo para niños - La leyenda de Tanabata de Carmen Parets . Recuperado de: https://youtu.be/NNivRjgonlQ

El niño y la Luz

En un pequeño y lejano pueblo de China vivía un niño llamado Kang. Sus padres eran unos campesinos muy pobres así que los tres trataban de salir adelante como podían y sin poder permitirse ningún tipo de lujo. Tenían algo de comida y un techo bajo el que dormir, nada más. El matrimonio soñaba con que algún día su hijo Kang pudiera estudiar. Ambos tenían muy claro que no querían para él la vida que ellos llevaban y aspiraban a que tuviera un futuro más prometedor en la ciudad. Kang, consciente de esto, era un chico bueno, aplicado, inteligente y estudioso, pero cada día se encontraba con un problema que le ponía las cosas todavía más difíciles. Durante el día ayudaba a sus padres en las labores del campo, y cuando quería ponerse a estudiar, ya era de noche. Esto resultaba un gran inconveniente para él porque en su cabaña de madera no había luz artificial. Estaba desesperado ¡Quería estudiar y sin luz no podía leer! Deseaba aprobar los exámenes de la escuela y con l...

La Tortuga y la Liebre

En el pueblo de los animales parlanchines vivía una liebre con unas orejas muy grandes. La liebre era muy veloz y, por eso, le gustaba presumir delante de todos los animales de ser la más rápida corriendo. Además, la liebre siempre se reía de la tortuga, de sus patas cortas y de su lento caminar.  Todos los días, al ver pasar a la tortuga, la liebre le decía: -¡Buenos días, señora tortuga! ¿A dónde va usted tan lenta? ¡Ja, ja, ja!  La tortuga, que era muy buena, no se enfadaba nunca, porque quería llevarse bien con todos sus vecinos. Una mañana la tortuga tuvo una idea y le dijo a la liebre: -¡Buenos días señora liebre!. Todos los días la oigo decir lo mismo, pero ¿se atreve a correr conmigo para ver cuál de las dos llega antes a la meta? La liebre, al oír esto, casi se muere de la risa, pensando que le ganaría fácilmente pero, como tenía ganas de divertirse un rato, aceptó. Como juez de la carrera eligieron a la zorra y todos los animales del pueblo se reunieron ...

El hombre y la hormiga

El hombre y la hormiga Fabulas de Esopo Se fue a pique un día un navío con todo y sus pasajeros, y un hombre, testigo del naufragio, decía que no eran correctas las decisiones de los dioses, puesto que, por castigar a un solo impío, habían condenado también a muchos otros inocentes. Mientras seguía su discurso, sentado en un sitio plagado de hormigas, una de ellas lo mordió, y entonces, para vengarse, las aplastó a todas. Se le apareció al momento Hermes, y golpeándole con su caduceo, le dijo: -Aceptarás ahora que nosotros juzgamos a los hombres del mismo modo que tu juzgas a las hormigas. (2010, p. 305).  Reflexión Antes de juzgar las acciones de otra persona, primero debemos vernos nosotros mismos, porque podemos cometer los mismo actos y no los vemos, pero si vemos lo que hacen las otras personas.

Buena Suerte, Mala Suerte... ¿Quién Sabe?

      Un granjero vivía en una pequeña y pobre aldea. Sus vecinos le consideraban afortunado porque tenía un caballo con el que podía arar su campo. Un día el caballo se escapó a las montañas. Al enterarse los vecinos acudieron a consolar al granjero por su pérdida. “Qué mala suerte”, le decían. El granjero les respondía: “buena suerte, mala suerte, quién sabe”.       Unos días más tarde el caballo regresó trayendo consigo varios caballos salvajes. Los vecinos fueron a casa del granjero, esta vez a felicitarle por su buena suerte. “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”, contestó el granjero.        El hijo del granjero intentó domar a uno de los caballos salvajes pero se cayó y se rompió una pierna. Otra vez, los vecinos se lamentaban de la mala suerte del granjero y otra vez el anciano granjero les contestó: “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”.         Días más tarde aparecieron en el pueblo los oficia...